La Distribución Administrativa Cuando la Ocupación Árabe: LAS TAHAS
Del
siglo XI tenemos conocimiento de que la Alpujarra estaba ya dividida en una
especie de distritos llamados ayzâ, integrados cada uno por varias
arquerías (nombre que recibían los
asentamientos o núcleos de población árabes), y un hisn o fortificación
principal, que hacía la vez de elemento defensivo del distrito, y de cabeza del
poder central. En los siglos XII y XIII aparece otra división en la que la
Alpujarra se organiza en aqâlîm, con mayor extensión territorial que las
anteriores, pero en menor número. Por último, a mediados del siglo XIV se
vuelve a modificar esta estructura dividiéndose el territorio en una docena
de tahas, cada una bajo la autoridad
civil de un alcalde, y religiosa de un alfaquí mayor (doctor de la ley entre
los árabes). Estos doce distritos serían los de Alboloduy, Andarax, Berja, Dalías,
Ferreira, Juviles, Lúchar, Marchena, Órgiva, Poqueira, Sâhil y Ugíjar. Esta
organización permanecerá hasta la expulsión de los moriscos, aunque el nombre
se seguirá aplicando hasta el siglo XVIII, sin respetar la nueva ordenación
territorial.
Los BARRIOS
"La denominación de Barrio no es la misma en la Alpujarra
que en otras zonas"
...apunta Carmen Trillo San José en su libro
"La Alpujarra, Historia, Arqueología y Paisaje", pues no viene a
definir un conjunto significativo de calles dentro del mismo núcleo de
población, sino apartadas, pero integrantes del núcleo principal. De lo
anterior deriva que, cuando un individuo define su procedencia, lo hace con
relación al pueblo y al barrio del que es originario. ¡Que le pregunten si no a
mi amigo Toñico y lo pronto que contesta: “Yo soy del Barrio Alto d´Orgiva”!
"Esta división de los municipios en distintos
núcleos de población es frecuente en la comarca, siendo típico de ella el
fraccionamiento, a su vez, de los núcleos de población en barrios, con nombres
propios, funciones características y rivalidades mutuas, que antiguamente
llegaban a hostilidades abiertas y solucionadas a palos. Un caso ejemplar de
este fraccionamiento en barrios es el de Trevélez, compuesto por tres barrios
que se llaman <<alto>>,<<medio>> y
<<bajo>>,..."
Navarro
Alcalá-Zamora, P. Mecina (...) Pág. 67
Los PUEBLOS
En la
Alpujarra, los pueblos aparecen diseminados, estando los principales de ellos,
rodeados por aldeas más pequeñas llamadas anejos o barrios, que con el
crecimiento de la población, han podido llegar a fusionarse con el primero.
Los
pueblos, no siempre guardan una disposición escalonada y orientada hacia el
sur, como sucede con la mayoría de los que están emplazados por encima de la
línea de los 1000 metros de altitud (ver plano desplegable al principio del
libro), sino que también los hay en llanos (Cádiar, Órgiva...) y orientados
hacia el norte (Torvizcón...); pero son las excepciones.
Antes de
lanzarme a la descripción del pueblo alpujarreño, y puestos a hablar de sus
raíces musulmanas, me ha parecido correcto realizar un breve recorrido por la
religión y las costumbres del pueblo islámico, que sin duda nos abrirá los ojos
ante nuevas ideas, y nos ayudará a comprender mejor nuestra arquitectura.
La Ciudad Islámica Como Reflejo de su Carácter Religioso
La religión islámica es una teocracia igualitaria, en la que todos los
islámicos son iguales por el hecho de ser creyentes, y a su vez esclavos de
Dios. Esta igualdad tan radical les convierte en extremadamente reservados y
prudentes cuando se trata de expresar su jerarquía o su fortuna. En el sura ó
capítulo XLIX del Corán, “Las Habitaciones”, versículo 12, podríamos encontrar,
una de las claves que tiene que ver con el carácter profundamente privado,
recogido y religioso de los musulmanes, lo
cual se reflejaría directamente en el aspecto de sus casas, de las calles y de
las ciudades en general:
"¡Oh vosotros los que creéis! evitad la sospecha demasiado
frecuente; hay sospechas que son pecados; no tratéis de espiar los pasos de los
demás ni digáis mal unos de otros;...Temed pues a Dios, que gusta de volver
hacia los hombres y es misericordioso."
El recato del musulmán es una señal de respeto a sus hermanos, y por
ello ocultarán la riqueza de sus casas tras una pobre y sencilla fachada (recordad
las palabras de Jerónimo Münzer). Es por ello que en las viviendas, las
aperturas, salvo la puerta de entrada, estarán bien enrejadas o cegadas con
persianas o celosías.
Otras
de las claves que abocan al estilo arquitectónico islámico sería sus raíces
nómadas. Sería el nomadismo lo que
les impidió crear un tipo organizado de ciudad. Esto se hace evidente allí
donde estuvieron, notándose la ausencia de un plan de ordenación urbana. La
temporalidad limitada de los asentamientos, no les daría tiempo para organizar
los mismos, o mejor aún, no les sería motivo de preocupación pensando que
tendrían que irse al poco tiempo; aunque luego pudiera suceder lo contrario.
Recordemos que los árabes entran en España en sucesivas oleadas
clánico-tribales que terminan estableciéndose en el país, y que una de estas
primeras oleadas estaba formada por un gran contingente de beréberes
norteafricanos, los cuales posiblemente recibieron como contribución a la
conquista, las tierras más montañosas: la Alpujarra entre otras, mientras que
las tierras llanas y ricas se las repartieron las tribus árabes. Esto
explicaría el gran parecido de la arquitectura alpujarreña con la arquitectura
beréber del Atlas marroquí, de la que tantos autores hablan.
Con
estas dos grandes ideas que acabamos de ver, la descripción de un núcleo
musulmán podría ser la siguiente:
“Los núcleos de
población islámicos han perdido todo su valor estructural. Las calles
interrumpen su continuidad con quiebros y recodos, ya que las largas
perspectivas hieren la intimidad del musulmán. Las viviendas se constituyen de
dentro a afuera. El espacio público se ve privatizado, y la calle pierde su
hegemonía. La falta de espacio obliga a volar los pisos altos sobre las calles,
unas veces mediante el apoyo en tornapuntas o jabalcones, otras cubriendo toda
un tramo entero de la calle pero sin que esta pierda espacio. Por donde quiera
que vayamos encontramos los adarves, callejas sin salida, que abren acceso a
las viviendas.”
¿No parece la descripción de un pueblo alpujarreño?
El Pueblo Alpujarreño
Existe todavía
un tercer factor ajeno al pueblo islámico, que influirá decididamente en el
nacimiento de la arquitectura típica alpujarreña, y del que no hemos dejado de
hablar desde el principio. Se trata de la misma Alpujarra, su condición
geográfica, su geología, su clima, su vegetación...
La difícil orografía del terreno,
inclinado e irregular, obligó desde el primer momento a la adaptación de las
construcciones al terreno, aprovechando incluso las grandes rocas que florecían
sobre las rasantes para fundar los cimientos de las casas, ¿qué mejor apoyo?
Se construye escalonadamente
orientando las vistas hacia el sur, y cuando menos, hacia los espacios abiertos
para conseguir el mayor soleamiento posible y guardarse del frío. Las alturas
de los edificios es poca por la economía de medios, y además guardan una
distancia regular hasta el suelo respetando la pendiente del terreno. Su
monotonía sólo es rota por las torres de los templos.
La Trama Urbana
Está
formada por el conjunto de las manzanas de viviendas en sus distintas formas,
delimitadas por las calles, y los demás espacios públicos.
A la llegada de los repobladores
cristianos a la Alpujarra, se encuentran con una serie de núcleos dispersos por
la sierra allí donde las condiciones los hacían más propicios: tierra de
cultivo, manantiales, lugares soleados y resguardados de los fríos vientos.
Además encuentran toda una serie de infraestructuras ya realizada compuesta por caminos, bancales para el cultivo,
acequias de riego y albercas.
La llegada de los repobladores
respetará casi por completo las formas arquitectónicas, sujetas a las
variaciones propias de la nueva cultura que implantará el uso de los espacios
públicos antes inexistentes y la modificación de la trama urbana morisca, a la
que ahora habría que superponer una malla ortogonal producto de la
reparcelación para el reparto entre los nuevos colonizadores cristianos; de lo
que resulta que si miramos un plano de parcelación de cualquier pueblo, la
mayor parte de las propiedades poseen forma poligonal, bien un rectángulo, un
trapecio, una “L” u otra un poco más complicada impuesta por las dificultades
caprichosas del terreno.
Ilustración nº
20.- Una de las muchas manzanas de Pampaneira. Las propiedades tienen todas forma
poligonal.
Cada parcela o propiedad podía disponer de un pequeño huerto adosado,
bien atrás o lateralmente en donde con toda seguridad, a la llegada de los
repobladores, crecía un moral para alimentar a los gusanos de seda, actividad a
la que se dedicarían la mayoría de las familias moriscas.
Las Calles
Son siseantes,
tortuosas y empinadas variando su ancho y dirección. Abundan los callejones sin
salida, adarves, que hacen de entradas particulares a las viviendas o a los
corrales. La ocupación de la casa sobre la calle también se hace a modo de
pequeños volúmenes llamados poyos o poyetes, a los que se les aplica
funciones diversas, desde asientos hasta lugar para colocar los maceteros.
"Hablar de calles en Mecina es un poco exagerado, ya que éstas son en realidad
caminos de tierra, la mayoría de las veces con un arroyo de <<agua
va>> por el centro, con bordes irregulares debidos a los entrantes y
salientes de las casas (parecen seguir el capricho de sus constructores, sin
ninguna idea previa ni norma superior) y con el sinuoso trazado de los caminos
de montaña. El nombre de las calles es desconocido para la mayoría de los
habitantes, y no se usa ni siquiera para la correspondencia, donde como mucho
sólo se indica el barrio; por otra parte las casas no tienen números, ni las
calles rótulos. Ahora bien, como se necesitan nombres de calles para censos y
papeleos oficiales, las autoridades locales idearon la solución de poner el
nombre de cada barrio al camino principal que lo atraviesa,... Para los caminos
secundarios y laterales se recurrió al santoral, sin más criterio selectivo que
la popularidad de los santos o su patronazgo en pueblos vecinos, completándose
con unos pocos nombres que se salen de la norma santificada y que en ciertos
casos corresponden a barrios enteros que desaparecieron hace muchos años,
cuando la primera emigración dejó el pueblo casi vacío."
Navarro
Alcalá-Zamora, P. Mecina (...) pág. 74.
Las
formas de las calles referidas a la altura del edificio que la cierra por el
lado descendente, son en general de los tres tipos siguientes:
Ilustración nº
21.- Formas de las calles:
Tipo 1.-
Sobreelevada con vista al valle o barranco.
Tipo 2.- Cerrada por una altura.
Tipo 3.- Cerrada
por dos alturas
Es corriente encontrar en muchas esquinas de plazas y calles, hornacinas con imágenes religiosas, que los vecinos suelen mantener arreglados durante todo el año.
La Pavimentación
Hasta hace relativamente poco tiempo, la calle ha sido de tierra o
disponía de un empedrado rústico
morisco de piedra grande o morrillos, del que aún hoy se conservan restos. Por
la misma podía discurrir una de las innumerables acequias que bajaban de la
sierra, y que hacía las veces de alcantarillado siempre al aire libre, y que
aún podemos detectar en bastantes callejuelas ocultas bajo el pavimento de la
calle, gracias a las tapas y rejillas de registro.
"Las calles, de alineaciones anárquicas, están
cruzadas por chorros de agua para riegos, y lo mismo los caminos de herradura.
El alpujarreño, consciente del abandono y del olvido en que, durante siglos, lo
tuvo la Administración Pública, ha plasmado en un dicho popular su amarga
queja:
En la Alpujarra
todo va fuera de
camino,
menos el agua."
López Méndez,
H. La Alpujarra: ... Pág. 39
Actualmente muchas calles están pavimentadas con hormigón espigado que pretenden evitar el deslizamiento, otras
combinan el hormigón con una atarjea, canaleta central y longitudinal también
de hormigón o de empedrado, sobre el que se encauza el agua.
La
geometría del suelo es multiforme e irregular para poder dar solución práctica
a todos los problemas de evacuación de las aguas, y presenta casi siempre
cierto declive hacia el eje de la misma para encauzar la corriente.
Ilustración nº
22.- De paso por una calle empedrá.
“Caminante no hay camino, lo hace el pollino al
llevarte.”
Las Escaleras
Para acceder a las viviendas se hace necesario muchas veces la
construcción de una escalera, que si va adosada a la casa se hace de los mismos
materiales que la fachada. Estas escaleras pueden alcanzar alturas
considerables y no siempre suelen disponer de barandilla. Para no restar
espacio a la calle ya de por sí estrecha, suelen tener la meseta pequeña y la
tabica alta, cambiando de dirección para adosarse a la pared. En algunas
circunstancias, como cuando discurre una acequia paralela a la línea de
fachada, la escalera vuela por encima de ésta construyéndose una bóveda o un
puente similar a los pisos: unas vigas de madera longitudinales, palos
transversales y losas apoyadas.
También se disponen escaleras o escalinatas
en las calles muy empinadas para salvar la fuerte pendiente y evitar
resbalones.
Las Fuentes Públicas y las Plazas
En el pueblo persiste fundamentalmente la calma y el silencio. El
discurrir del agua, el chapoteo del chorro cuando cae continuo será el único sonido
mágico y persistente que no se apagará a ninguna hora del día, a no ser cuando
se oculta bajo el ajetreo de actividades humanas muy puntuales. El agua, fuente
de toda vida, es el núcleo a partir del cual se desarrollará el pueblo.
Todos los pueblos
crecen alrededor del agua, bien sea de un nacimiento o de un arroyo que baja de
la sierra. La fuente nace como expresión de riqueza y dominio público de este
bien, y por lo general, suele haber varias repartidas por las calles del pueblo
donde casi nunca falta la de la plaza, que es el espacio vital de reunión y de
actividad social y económica presidida por el templo; aunque la plaza como tal
no se construye hasta que no se hace efectiva la repoblación después de la
expulsión de los moriscos.
Ilustración nº 22.2.- Fuente y plaza de
Atalbeitar