viernes, 1 de marzo de 2013

Las TAHAS, los BARRIOS y los PUEBLOS



La Distribución Administrativa Cuando la Ocupación Árabe: LAS TAHAS

            Del siglo XI tenemos conocimiento de que la Alpujarra estaba ya dividida en una especie de distritos llamados ayzâ, integrados cada uno por varias arquerías  (nombre que recibían los asentamientos o núcleos de población árabes), y un hisn o fortificación principal, que hacía la vez de elemento defensivo del distrito, y de cabeza del poder central. En los siglos XII y XIII aparece otra división en la que la Alpujarra se organiza en aqâlîm, con mayor extensión territorial que las anteriores, pero en menor número. Por último, a mediados del siglo XIV se vuelve a modificar esta estructura dividiéndose el territorio en una docena de  tahas, cada una bajo la autoridad civil de un alcalde, y religiosa de un alfaquí mayor (doctor de la ley entre los árabes). Estos doce distritos serían los de Alboloduy, Andarax, Berja, Dalías, Ferreira, Juviles, Lúchar, Marchena, Órgiva, Poqueira, Sâhil y Ugíjar. Esta organización permanecerá hasta la expulsión de los moriscos, aunque el nombre se seguirá aplicando hasta el siglo XVIII, sin respetar la nueva ordenación territorial.


Los BARRIOS

            "La denominación de Barrio no es la misma en la Alpujarra que en otras zonas"
       
        ...apunta Carmen Trillo San José en su libro "La Alpujarra, Historia, Arqueología y Paisaje", pues no viene a definir un conjunto significativo de calles dentro del mismo núcleo de población, sino apartadas, pero integrantes del núcleo principal. De lo anterior deriva que, cuando un individuo define su procedencia, lo hace con relación al pueblo y al barrio del que es originario. ¡Que le pregunten si no a mi amigo Toñico y lo pronto que contesta: “Yo soy del Barrio Alto d´Orgiva”!

         "Esta división de los municipios en distintos núcleos de población es frecuente en la comarca, siendo típico de ella el fraccionamiento, a su vez, de los núcleos de población en barrios, con nombres propios, funciones características y rivalidades mutuas, que antiguamente llegaban a hostilidades abiertas y solucionadas a palos. Un caso ejemplar de este fraccionamiento en barrios es el de Trevélez, compuesto por tres barrios que se llaman <<alto>>,<<medio>> y <<bajo>>,..."
   
Navarro Alcalá-Zamora, P. Mecina (...) Pág. 67

Los PUEBLOS

            En la Alpujarra, los pueblos aparecen diseminados, estando los principales de ellos, rodeados por aldeas más pequeñas llamadas anejos o barrios, que con el crecimiento de la población, han podido llegar a fusionarse con el primero.

            Los pueblos, no siempre guardan una disposición escalonada y orientada hacia el sur, como sucede con la mayoría de los que están emplazados por encima de la línea de los 1000 metros de altitud (ver plano desplegable al principio del libro), sino que también los hay en llanos (Cádiar, Órgiva...) y orientados hacia el norte (Torvizcón...); pero son las excepciones.

            Antes de lanzarme a la descripción del pueblo alpujarreño, y puestos a hablar de sus raíces musulmanas, me ha parecido correcto realizar un breve recorrido por la religión y las costumbres del pueblo islámico, que sin duda nos abrirá los ojos ante nuevas ideas, y nos ayudará a comprender mejor nuestra arquitectura.


La Ciudad Islámica Como Reflejo de su Carácter Religioso

         La religión islámica es una teocracia igualitaria, en la que todos los islámicos son iguales por el hecho de ser creyentes, y a su vez esclavos de Dios. Esta igualdad tan radical les convierte en extremadamente reservados y prudentes cuando se trata de expresar su jerarquía o su fortuna. En el sura ó capítulo XLIX del Corán, “Las Habitaciones”, versículo 12, podríamos encontrar, una de las claves que tiene que ver con el carácter profundamente privado, recogido  y religioso de los musulmanes, lo cual se reflejaría directamente en el aspecto de sus casas, de las calles y de las ciudades en general:

"¡Oh vosotros los que creéis! evitad la sospecha demasiado frecuente; hay sospechas que son pecados; no tratéis de espiar los pasos de los demás ni digáis mal unos de otros;...Temed pues a Dios, que gusta de volver hacia los hombres y es misericordioso."

         El recato del musulmán es una señal de respeto a sus hermanos, y por ello ocultarán la riqueza de sus casas tras una pobre y sencilla fachada (recordad las palabras de Jerónimo Münzer). Es por ello que en las viviendas, las aperturas, salvo la puerta de entrada, estarán bien enrejadas o cegadas con persianas o celosías.

            Otras de las claves que abocan al estilo arquitectónico islámico sería sus raíces nómadas. Sería el nomadismo lo que les impidió crear un tipo organizado de ciudad. Esto se hace evidente allí donde estuvieron, notándose la ausencia de un plan de ordenación urbana. La temporalidad limitada de los asentamientos, no les daría tiempo para organizar los mismos, o mejor aún, no les sería motivo de preocupación pensando que tendrían que irse al poco tiempo; aunque luego pudiera suceder lo contrario. Recordemos que los árabes entran en España en sucesivas oleadas clánico-tribales que terminan estableciéndose en el país, y que una de estas primeras oleadas estaba formada por un gran contingente de beréberes norteafricanos, los cuales posiblemente recibieron como contribución a la conquista, las tierras más montañosas: la Alpujarra entre otras, mientras que las tierras llanas y ricas se las repartieron las tribus árabes. Esto explicaría el gran parecido de la arquitectura alpujarreña con la arquitectura beréber del Atlas marroquí, de la que tantos autores hablan. 

            Con estas dos grandes ideas que acabamos de ver, la descripción de un núcleo musulmán podría ser la siguiente:

            “Los núcleos de población islámicos han perdido todo su valor estructural. Las calles interrumpen su continuidad con quiebros y recodos, ya que las largas perspectivas hieren la intimidad del musulmán. Las viviendas se constituyen de dentro a afuera. El espacio público se ve privatizado, y la calle pierde su hegemonía. La falta de espacio obliga a volar los pisos altos sobre las calles, unas veces mediante el apoyo en tornapuntas o jabalcones, otras cubriendo toda un tramo entero de la calle pero sin que esta pierda espacio. Por donde quiera que vayamos encontramos los adarves, callejas sin salida, que abren acceso a las viviendas.”

         ¿No parece la descripción de un pueblo alpujarreño?


El Pueblo Alpujarreño

         Existe todavía un tercer factor ajeno al pueblo islámico, que influirá decididamente en el nacimiento de la arquitectura típica alpujarreña, y del que no hemos dejado de hablar desde el principio. Se trata de la misma Alpujarra, su condición geográfica, su geología, su clima, su vegetación...

            La difícil orografía del terreno, inclinado e irregular, obligó desde el primer momento a la adaptación de las construcciones al terreno, aprovechando incluso las grandes rocas que florecían sobre las rasantes para fundar los cimientos de las casas, ¿qué mejor apoyo?
           
            Se construye escalonadamente orientando las vistas hacia el sur, y cuando menos, hacia los espacios abiertos para conseguir el mayor soleamiento posible y guardarse del frío. Las alturas de los edificios es poca por la economía de medios, y además guardan una distancia regular hasta el suelo respetando la pendiente del terreno. Su monotonía sólo es rota por las torres de los templos.


Ilustraciones nº 19 y 19.2.- Se construye escalonadamente y guardando una pendiente paralela al terreno. Abajo, vista de Bubión.

La Trama Urbana
             Está formada por el conjunto de las manzanas de viviendas en sus distintas formas, delimitadas por las calles, y los demás espacios públicos.

            A la llegada de los repobladores cristianos a la Alpujarra, se encuentran con una serie de núcleos dispersos por la sierra allí donde las condiciones los hacían más propicios: tierra de cultivo, manantiales, lugares soleados y resguardados de los fríos vientos. Además encuentran toda una serie de infraestructuras ya realizada compuesta por caminos, bancales para el cultivo, acequias de riego y albercas.
         La llegada de los repobladores respetará casi por completo las formas arquitectónicas, sujetas a las variaciones propias de la nueva cultura que implantará el uso de los espacios públicos antes inexistentes y la modificación de la trama urbana morisca, a la que ahora habría que superponer una malla ortogonal producto de la reparcelación para el reparto entre los nuevos colonizadores cristianos; de lo que resulta que si miramos un plano de parcelación de cualquier pueblo, la mayor parte de las propiedades poseen forma poligonal, bien un rectángulo, un trapecio, una “L” u otra un poco más complicada impuesta por las dificultades caprichosas del terreno.

 Ilustración nº 20.- Una de las muchas manzanas de Pampaneira. Las propiedades tienen todas forma poligonal.

         Cada parcela o propiedad podía disponer de un pequeño huerto adosado, bien atrás o lateralmente en donde con toda seguridad, a la llegada de los repobladores, crecía un moral para alimentar a los gusanos de seda, actividad a la que se dedicarían la mayoría de las familias moriscas.


Las Calles
             Son siseantes, tortuosas y empinadas variando su ancho y dirección. Abundan los callejones sin salida, adarves, que hacen de entradas particulares a las viviendas o a los corrales. La ocupación de la casa sobre la calle también se hace a modo de pequeños volúmenes llamados poyos o poyetes, a los que se les aplica funciones diversas, desde asientos hasta lugar para colocar los maceteros.

        "Hablar de calles en Mecina es un poco exagerado, ya que éstas son en realidad caminos de tierra, la mayoría de las veces con un arroyo de <<agua va>> por el centro, con bordes irregulares debidos a los entrantes y salientes de las casas (parecen seguir el capricho de sus constructores, sin ninguna idea previa ni norma superior) y con el sinuoso trazado de los caminos de montaña. El nombre de las calles es desconocido para la mayoría de los habitantes, y no se usa ni siquiera para la correspondencia, donde como mucho sólo se indica el barrio; por otra parte las casas no tienen números, ni las calles rótulos. Ahora bien, como se necesitan nombres de calles para censos y papeleos oficiales, las autoridades locales idearon la solución de poner el nombre de cada barrio al camino principal que lo atraviesa,... Para los caminos secundarios y laterales se recurrió al santoral, sin más criterio selectivo que la popularidad de los santos o su patronazgo en pueblos vecinos, completándose con unos pocos nombres que se salen de la norma santificada y que en ciertos casos corresponden a barrios enteros que desaparecieron hace muchos años, cuando la primera emigración dejó el pueblo casi vacío."

           Navarro Alcalá-Zamora, P. Mecina (...)  pág. 74.
            Las formas de las calles referidas a la altura del edificio que la cierra por el lado descendente, son en general de los tres tipos siguientes:




Ilustración nº 21.-  Formas de las calles:

Tipo 1.- Sobreelevada con vista al valle o barranco.
Tipo 2.-  Cerrada por una altura.
Tipo 3.- Cerrada por dos alturas

               Es corriente encontrar en muchas esquinas de plazas y calles, hornacinas con imágenes religiosas, que los vecinos suelen mantener arreglados durante todo el año.


La Pavimentación

          Hasta hace relativamente poco tiempo, la calle ha sido de tierra o disponía de un empedrado rústico morisco de piedra grande o morrillos, del que aún hoy se conservan restos. Por la misma podía discurrir una de las innumerables acequias que bajaban de la sierra, y que hacía las veces de alcantarillado siempre al aire libre, y que aún podemos detectar en bastantes callejuelas ocultas bajo el pavimento de la calle, gracias a las tapas y rejillas de  registro.

         "Las calles, de alineaciones anárquicas, están cruzadas por chorros de agua para riegos, y lo mismo los caminos de herradura. El alpujarreño, consciente del abandono y del olvido en que, durante siglos, lo tuvo la Administración Pública, ha plasmado en un dicho popular su amarga queja:

En la Alpujarra
 todo va fuera de camino,
 menos el agua."

López Méndez, H. La Alpujarra: ... Pág. 39


         Actualmente muchas calles están pavimentadas con hormigón espigado que pretenden evitar el deslizamiento, otras combinan el hormigón con una atarjea, canaleta central y longitudinal también de hormigón o de empedrado, sobre el que se encauza el agua.

            La geometría del suelo es multiforme e irregular para poder dar solución práctica a todos los problemas de evacuación de las aguas, y presenta casi siempre cierto declive hacia el eje de la misma para encauzar la corriente.


 Ilustración nº 22.-  De paso por una calle empedrá. “Caminante no hay camino, lo hace el pollino al  llevarte.”


Las Escaleras
         Para acceder a las viviendas se hace necesario muchas veces la construcción de una escalera, que si va adosada a la casa se hace de los mismos materiales que la fachada. Estas escaleras pueden alcanzar alturas considerables y no siempre suelen disponer de barandilla. Para no restar espacio a la calle ya de por sí estrecha, suelen tener la meseta pequeña y la tabica alta, cambiando de dirección para adosarse a la pared. En algunas circunstancias, como cuando discurre una acequia paralela a la línea de fachada, la escalera vuela por encima de ésta construyéndose una bóveda o un puente similar a los pisos: unas vigas de madera longitudinales, palos transversales y losas apoyadas.
           

También se disponen escaleras o escalinatas en las calles muy empinadas para salvar la fuerte pendiente y evitar resbalones.


Las Fuentes Públicas y las Plazas

         En el pueblo persiste fundamentalmente la calma y el silencio. El discurrir del agua, el chapoteo del chorro cuando cae continuo será el único sonido mágico y persistente que no se apagará a ninguna hora del día, a no ser cuando se oculta bajo el ajetreo de actividades humanas muy puntuales. El agua, fuente de toda vida, es el núcleo a partir del cual se desarrollará el pueblo.

            Todos los pueblos crecen alrededor del agua, bien sea de un nacimiento o de un arroyo que baja de la sierra. La fuente nace como expresión de riqueza y dominio público de este bien, y por lo general, suele haber varias repartidas por las calles del pueblo donde casi nunca falta la de la plaza, que es el espacio vital de reunión y de actividad social y económica presidida por el templo; aunque la plaza como tal no se construye hasta que no se hace efectiva la repoblación después de la expulsión de los moriscos.



 Ilustración nº 22.2.- Fuente y plaza de Atalbeitar

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